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El reto fue conseguir que una vivienda tradicional gallega entre medianeras, con antiguas cuadras en la planta baja y vivienda en la parte superior, se adapta a las necesidades actuales de sus propietarios.
Se partió de la necesidad de aumentar el espacio de las estancias y, sobre todo, conseguir una mayor entrada de luz natural.
Así, surge la idea de crear un pequeño patio en la planta alta que se abre y baña de luz un único espacio que acoge la cocina y la zona de estar. Del mismo modo, se genera una apertura vertical en el lateral de la vivienda que permite la iluminación natural y las vistas al exterior de los dormitorios.
Se mantiene el volumen original de la edificación resolviendo la cubierta a dos aguas, dejando que su forma se traslade al interior y consiguiendo un espacio con personalidad propia.
La piedra, la madera y el color blanco se combina buscando el equilibrio entre lo tradicional, la calidez e la luz.
